La violencia de género es un problema que ha acompañado a la
humanidad a lo largo de toda nuestra historia. Y aunque a menudo cometemos el
error de creerlo solucionado, lo cierto es que eso está muy lejos de ser
cierto. Lo que me extraña es que nadie parece darse cuenta del verdadero
problema, de la causa o las motivaciones que pueden llevar a un hombre a abusar
físicamente de alguien del llamado "sexo débil". Y es que nos falta
una buena educación, con la que aprender a lidiar con los sentimientos negativos
que, aunque forman parte de la naturaleza humana, a la mayoría nos superan
alguna que otra vez.
Por
supuesto no estoy diciendo ni mucho menos, que eso sea un atenuante de la
culpabilidad de las personas que maltratan a sus parejas o a otras personas del
sexo opuesto. Pero dado que es ahí donde radica la base del asunto, es ahí
donde deberían comenzar las soluciones; enseñando a los jóvenes cómo afrontar
adecuadamente la frustración, la rabia, las penas o los celos. Porque uno no
coge, un buen día, y se pone a repartir palizas porque sí. Y cuando aprendamos
a ponerle remedio a la falta de una correcta canalización de nuestras emociones
y sentimientos que más daño nos hacen a nosotros mismos, seguramente, los casos
de violencia de género, el acoso y otras manifestaciones de la violencia,
desaparecerán de nuestra sociedad.
No será
una tarea sencilla, o este tema sería ya algo del pasado y yo no estaría
escribiendo sobre ello, pero nos corresponde a todos nosotros ponerle punto y
final. A alumnos y profesores. A trabajadores y jubilados. A todos. Quizás haya
que crear una nueva asignatura en las escuelas. Quizás sea necesario modificar
una ley. O quizás usted, lector, tenga una idea mejor. Pero si no solucionamos,
entre todos, nuestros problemas, ¿quién lo hará?
Nadie.
¿Y
cuándo terminará el hecho de que el más fuerte siempre abuse y se aproveche del
más débil?
Nunca.
Iván Lus
@LusDIvan
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